Hoy, pensaba haceros una reflexión personal sobre las elecciones pero no, una llamada de mi madre, ayer al atardecer, lo cambió todo. Permitidme que lo comparta con vosotros y ya me diréis algo. La verdad, no se si soy muy crítico, si he perdido la capacidad de adaptación o, algo no va bien del todo.
Soy de los que tiene la suerte de tener una madre que, con 81 años está como una rosa. No tiene problemas de memoria, ni de movilidad, ni de ningún otro tipo que le impida hacer una vida normal, tan normal como la mía misma. Cada día, tanto si nos hemos visto, como si no, a las nueve de la noche nos llamamos, así me informa de las últimas novedades y me da las buenas noches. Ayer, en un momento de la conversación me dice: ¡Ah!, mañana por la tarde me dan la extremaunción. Tuve suerte de no tener nada a las manos, porque habría ido todo al suelo. ¿Estás loca?, le dije yo. No hombre no, me dijo ella sin inmutarse, el rector me lo ha propuesto porque, a estas alturas no siempre se llega a tiempo. Es más, a partir de hoy me perdonan todos los pecados...
A mí debéis perdonarme porque repito lo que dice un amigo mío: “es para mear y no echar gota” .
O sea que la iglesia (uno de sus representados legales a la tierra) ha decidido formatear mi madre. A partir de esta tarde ya se puede morir en paz porque, ya tiene edad de morirse. Por eso le darán la extremaunción, ahora denominada unción de los enfermos.
Es innegable, el trabajo hecho no tiene fronteras.
Tan sólo deseo que ni mi madre ni ningún otro de los que serán untados hoy, vea este acto como algo más allá de un protocolo meramente religioso.
A mí, la verdad, me cuesta quedarme solo en este punto y no pensar en otras cosas...
Soy de los que tiene la suerte de tener una madre que, con 81 años está como una rosa. No tiene problemas de memoria, ni de movilidad, ni de ningún otro tipo que le impida hacer una vida normal, tan normal como la mía misma. Cada día, tanto si nos hemos visto, como si no, a las nueve de la noche nos llamamos, así me informa de las últimas novedades y me da las buenas noches. Ayer, en un momento de la conversación me dice: ¡Ah!, mañana por la tarde me dan la extremaunción. Tuve suerte de no tener nada a las manos, porque habría ido todo al suelo. ¿Estás loca?, le dije yo. No hombre no, me dijo ella sin inmutarse, el rector me lo ha propuesto porque, a estas alturas no siempre se llega a tiempo. Es más, a partir de hoy me perdonan todos los pecados...
A mí debéis perdonarme porque repito lo que dice un amigo mío: “es para mear y no echar gota” .
O sea que la iglesia (uno de sus representados legales a la tierra) ha decidido formatear mi madre. A partir de esta tarde ya se puede morir en paz porque, ya tiene edad de morirse. Por eso le darán la extremaunción, ahora denominada unción de los enfermos.
Es innegable, el trabajo hecho no tiene fronteras.
Tan sólo deseo que ni mi madre ni ningún otro de los que serán untados hoy, vea este acto como algo más allá de un protocolo meramente religioso.
A mí, la verdad, me cuesta quedarme solo en este punto y no pensar en otras cosas...
1 comentario:
¡Qué rabia oye!
Al margen de que opino como tú, imagino, en el tema "preperdonar" a la carta, lo que me indigna es la manera de jugar con algo tan delicado. ¿No se dan cuenta de que puede ser psicológicamente devastador para algunas personas mayores y solas? ¿Que es como decirles, ya da igual que peques o no, ni tu alma tiene "gasolina"?
No sé si explico bien lo que quiero decir, pero hay gente muy sugestionable a la que esto puede afectar como un vudú católico.
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