18/5/08

S.O.S


La noche de ayer sábado, nos reunimos a cenar un grupo de doce, catorce o quince persones, como diría un amigo mío: “nunca trece”.

El lugar era encantador, el mar como fondo y el murmullo de las olas como música de ambiente nos proponía un escenario maravilloso para este encuentro.

Mientras servían los entrantes empezamos a charlar, las preguntas de rigor: ¿cómo te ha ido?, ¿que haces?, ¿dónde estás ahora?, eran interrogantes que se repetían por todos los rincones de la mesa. A medida que transcurría la noche, los currículums de cada cada uno de nosotros se iban llenando. Nos estábamos poníendo al día.

De repente el sonido casi imperceptible de una campanilla invadió la mesa, “tilín”. Se hizo el más absoluto de los silencios, las miradas de todos se cruzaban mientras una nueva pregunta silenciosa flotaba por la mesa: ¿es el mío?. En un segundo todos desenfundamos nuestros móviles, las caras de pánico iban cambiando a caras de tranquilidad. Bien, todas menos una, la de mi compañero de mesa. Era él quien se había quedado sin batería, ¡qué horror!. En este instante las miradas misericordiosas de unos y otros delataban lo que pensaban: ”mala cosa chico...”

La velada había dado un giro inesperado, uno de nosotros estaba “tocado”. ¿Cómo se lo haría sin móvil, desconectado del mundo?. Pero, por suerte no todo estaba perdido, el restaurador había previsto una situación como esta. En la barra del bar había un “movil-power”, cargador de gadgets multi marca. Ya sólo quedaba poner un euro, introducir el conector y empezar la carga.

He de confesar que a partir d este momento la cosa se relajó, había complicidad con el compañero tecnológicamente salvado. Volvió la alegría a la mesa y tal y como estaba previsto, fue una velada para el recuerdo.

Más tarde, mientras regresaba a casa reflexionaba sobre lo que había pasado, y yo que he “luchado” para que pongan desfibriladores automáticos en lugares de pública concurrencia.

Debo seguir pensando, aquí algo que no acaba de funcionar...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué suerte tuvo tu compañero! En la mayoría de los sitios que salgo hasta les molesta que les sises un rato el enchufe para cargar la cámara de fotos, el móvil o el portatil.
Estaría bien eso de los desfibriladores automáticos, uno en cada manzana estaría bien, o uno por barrio...
Salu2.

Graciela dijo...

Buen punto el que planteas, y me hiciste participar de un escenario de encuentro y conversación placentero! jaja lo describes tan bien que me metí totalmente en todo!un abrazo,de tu amiga argentina!

Anónimo dijo...

Pero... no sería interesante y un poco romático el poder desenchufarse del mundo, disfrutar la velada como antes, cuando los demás tendrían que esperar hasta que aparecieramos.
Disfrutar el rato y estar ahi, simplemente ahi, disfrutar la plática y tu bebida, comida o lo que sea, sin la alarma, sin el vibrador... a veces, eso es mejor.
Tal vez, en algunas ocasiones.

Anónimo dijo...

No te agobies, algún día, llevaremos un desfibrilador en la guantera del coche, como el James Bond. Para que se implante, basta que alguien empiece a hacer publicidad:
¡Ponga un desfibrilador en su vida!
¿No tiene Ud. un desfibrilador?
Y ¿si tiene una reunión de trabajo y le da un infartazo? No podrá asistir por no tener un desfibrilador, ...
;-D
¡Salud!

Josep Lluís dijo...

salondesol, de todas formas parece que interesa más lo uno que lo otro. Lo uno telefono lo otro, la vidsa misma...

graciela un abrazo grande, me alegra haberte traido a este pedaito del mediterráneo.

anonimo, "nos hemos" quedado pegados a la pérdida de intimidad. Ahora estas localizable en todo momento. Tienes razón, toda una pena...

jaja alycie, parece cómico pero lo que cuentas es tan real como la vida misma. Cerebritos de telefonica ya estan buscando otras aplicaciones al teléfono movil, como puede ser la de pulsometro. De ahía conectarlo con el médico, de telefonica por supuesto, un paso...

Anónimo dijo...

y además, será de pago.