Hoy os cuelgo tres fotografías que me han hecho llegar por correo electrónico. Imagino que la primera impresión que tendréis será la misma que tuve yo, esbozar una sonrisa. Pero, me quedé viéndolas durante largo tiempo y a medida que este iba pasando, la sensación fue cambiando hasta la que tengo en este instante: respeto. Me explicaré:
El trabajo es una obligación que tenemos los seres humanos. La finalidad, ganarnos la vida. Por tanto, trabajo y vida están íntimamente ligados.
Debemos saber que España puso en marcha la Ley 31/95 de Prevención de Riesgos Laborales, de 8 de noviembre con un objetivo principal, reducir las cifras de accidentes laborales en toda la amplitud de la palabra: leves, graves y muy graves. Con todo, cada año se registran más d’un millón d’accidentes, y de estos 1000 trabajadores pierden su vida. Somos unos de los primeros países de l’UE15 en número de accidentes. Una cifra escalofriante.
Si esto pasa en paises como el nuestro con leyes de prevención de riesgos laborales, dónde la formación en estas materias llega cada vez además sectores. ¿Qué no pasará en lugares dónde el valor de la vida es algo residual, anecdótico?.
Tengo respeto por esta gente, porque mientras que aquí debemos “perseguir” a los trabajadores para se pongan el arnés, calzado de seguridad, cascos y caretas de protección contra impactos, ellos se han buscado la vida de una manera muy rudimentaria para así poder cubrir estas necesidades vitales, com poco éxito la verdad.
Debemos tomar conciencia de nuestra suerte y cambiar las actitudes, porque lo tenemos todo: formación, medios, técnicas. En cambio, ¿qué tienen ellos?, quizá una diferencia fundamental entre ellos y nosotros: las ganas.
El trabajo es una obligación que tenemos los seres humanos. La finalidad, ganarnos la vida. Por tanto, trabajo y vida están íntimamente ligados.
Debemos saber que España puso en marcha la Ley 31/95 de Prevención de Riesgos Laborales, de 8 de noviembre con un objetivo principal, reducir las cifras de accidentes laborales en toda la amplitud de la palabra: leves, graves y muy graves. Con todo, cada año se registran más d’un millón d’accidentes, y de estos 1000 trabajadores pierden su vida. Somos unos de los primeros países de l’UE15 en número de accidentes. Una cifra escalofriante.
Si esto pasa en paises como el nuestro con leyes de prevención de riesgos laborales, dónde la formación en estas materias llega cada vez además sectores. ¿Qué no pasará en lugares dónde el valor de la vida es algo residual, anecdótico?.
Tengo respeto por esta gente, porque mientras que aquí debemos “perseguir” a los trabajadores para se pongan el arnés, calzado de seguridad, cascos y caretas de protección contra impactos, ellos se han buscado la vida de una manera muy rudimentaria para así poder cubrir estas necesidades vitales, com poco éxito la verdad.
Debemos tomar conciencia de nuestra suerte y cambiar las actitudes, porque lo tenemos todo: formación, medios, técnicas. En cambio, ¿qué tienen ellos?, quizá una diferencia fundamental entre ellos y nosotros: las ganas.
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